EREVÁN, 16 DE SETIEMBRE, ARMENPRESS. En la provincia armenia de Siuník, al sur de la república, han aprendido a protegerse de los drones enemigos. Si las águilas vuelan bajo, es porque hay un dron en lo alto. En estos días, es así como vive la gente de Siuník, viendo a las águilas volar alto.

El 15 de setiembre, periodistas armenios y extranjeros, incluido el equipo de filmación de "Armenpress", visitaron otra zona de Armenia atacada por el enemigo. Esta vez estamos en la región de Siuník, que permanece en la garganta del enemigo como un gran y apetecible bocado.

A pesar de la tensión en la frontera y los bombardeos a los pueblos, las comunidades no están vacías. Algunas casas están destruidas, pero no abandonadas.

La casa de Iepraxia Zadaián, de la comunidad de Verishén en la provincia de Siuník, que tiene más de 2000 habitantes, es una de las cuatro viviendas del pueblo que fueron atacadas por las fuerzas armadas de Azerbaiyán la medianoche del 12 al 13 de setiembre. La dueña dice que se despertaron con el sonido de los cohetes e inmediatamente bajaron al sótano. Sin embargo, los Zadaián no tuvieron suerte: a la 1:10 am otro cohete explotó cerca del sótano, donde estaba en ese momento junto con su esposo y su nuera. Afortunadamente, ningún miembro de la familia resultó herido.

“Lo importante es que no nos pasó nada, ni entramos en pánico”, dice la señora, señalando la pared derrumbada del sótano.

Toda una parte de la casa de los Harutiunián, que viven en Verishén, fue demolida de arriba a abajo. Un proyectil de artillería disparado por el enemigo entró por el techo, atravesó la casa y terminó en el sótano. El menor de los cuatro miembros de la familia Harutiunián se encuentra en el servicio militar con su primo. Quiso la suerte que los otros tres integrantes de la familia no hubieran elegido el sótano como refugio sino que se refugiaron en otro lugar.

“Al principio, los disparos eran más débiles; luego se intensificaron gradualmente y entre las 01:10 y 01:20 de la noche, el pueblo ya era blanco de fuego de artillería y bombardeo. Uno de los primeros proyectiles tuvo impacto sobre nuestra casa. Tuvimos suerte de que no explotara en la casa  sino en el sótano; de lo contrario, podría haberse iniciado un incendio de proporciones, que hubiera causado una destrucción aún mayor", dijo a los periodistas Gurguén, el hijo mayor de la familia.

Tras el impacto, la familia no pudo ingresar en la casa por unas dos horas debido al olor a pólvora, polvo y humo que se levantó tras la explosión. El estado de la casa de los Harutiunián es catastrófico, pero eso no los deprime.

“Que las guerras terminen solo con daños materiales”, dice el maestro Gurguén al tiempo que manifiesta su deseo de que nunca tengamos pérdidas irreversibles. El joven de 23 años asegura que bajo ninguna circunstancia dejarán su hogar y su pueblo, Siuník, que es el pilar y la columna vertebral de Armenia. Cabe destacar que la madre de Gurguén es militar.

La casa de la familia Salbónts, situada en Aknér, pueblo de más de 1000 habitantes, parecía un auténtico campo de batalla. Todo el piso de la vivienda estaba cubierto de ventanas rotas y restos de granadas y artillería. Minutos después de la medianoche del 13 de setiembre, cuando comenzó el ataque, la familia Salbónts se mudó a la casa de un vecino. Desde los balcones, los hombres observaban la dirección de los proyectiles que venían hacia su aldea, cuando después de otra explosión, Edgar Salbónts notó que uno de esos proyectiles había caído sobre su casa, donde también provocó un incendio. Ahora ya no pueden volver a su hogar, que fue destruido a consecuencia de la explosión y quedó completamente inundado además, como producto de la intervención del  ministerio de Situaciones de Emergencia, para la extinción del incendio.

“Es un gasto enorme; nos falta todo el techo y la casa está totalmente inundada. Momentáneamente, estamos viviendo en la casa de un vecino hasta que pongamos nuestra casa en orden”, dice Edgar Salbónts. También él enfatiza que no dará un solo paso fuera de su pueblo.

En Aknér, resultaron dañadas otras cuatro casas. Antes de la agresión de Azerbaiyán, se habían pavimentado las carreteras del pueblo. Actualmente, las obras de construcción están paralizadas. La gente no sale de sus casas para evitar ataques.

La siguiente comunidad que visitaron los periodistas fue Noraván. Desde la ruta, ya se notaba que habían sido bombardeados infraestructuras civiles y el gasoducto que ingresa al pueblo, donde estaban trabajando especialistas para reparar los daños.

El exjefe comunal de Noraván, Slavik Papián, explicó que desde el primer día de la agresión, su pueblo fue bombardeado intensamente. Como consecuencia de ello, resultaron dañados el gasoducto, el cableado eléctrico y hay grandes pozos en el camino. Solo se evacuó a los niños de Noraván.

Noraván tuvo una víctima civil el 14 de septiembre. Apenas unas horas antes de que se estableciera el alto el fuego, asesinaron a un joven.

“Era un joven heroico. Durante todo este tiempo había estado ayudando a la ambulancia a sacar a los heridos. Salvó vidas, pero no pudo salvar la suya… Tenía varias ocupaciones, pero últimamente se dedicaba a la cría de ganado. Ese día estaba en su trabajo”, –expresó con pesar Slavik Papián.

El primer día de la agresión, en Noraván resultó herido un civil. También hay daños materiales en lo que se refiere a autos y maquinaria agrícola.

Según datos preliminares, como resultado del ataque de Azerbaiyán sobre Armenia, resultaron dañadas 192 casas residenciales en las provincias de Guegharkuník, Siuník y Vaióts Dzor. Sesenta de ellas quedaron completamente dañadas.

Nelly Margarián

Fotos: Tatev Durián

Director de fotografía: Haik Barseghián